La Italia que amamos: Pal Zileri

Algún día encontraré al ser maligno al que se le ocurrió que un hombre, para estar in, debe parecerse a un fideo con una pelusa arriba del labio, enfundado en un chupin verde y calzado sobre unas zapatillas destartaladas. Ese modelo andrógino, palermohollywoodense, es poco menos que la perdición de la civilización occidental. Un insulto a nuestros antepasados que cazaban mamuts a los piedrazos, arrastraban a las hembras de los pelos y comían carne cruda. No se bien cuando, pero en algún momento del siglo XX, a alguien se le ocurrió que los hombres dejemos de parecer tales. En ese momento, el mundo entero perdió el encanto que nos da el sabernos diferentes. El que, por más posmodernismo que le pongamos, los hombres somos hombres, y las mujeres son mujeres.

Afortunadamente, en el mundo de la moda todavía quedan bastiones para los que no nos subimos a la nueva ola y todavía resistimos en la utopía old fashioned. La Italia mediterránea del azul interminable, las mujeres voluptuosas y el champagne siempre frío, es uno de ellos. Un lugar que no se enteró que el planeta siguió girando después de 1970. Y lo bien que hace.

De ese paraíso perdido rescato algunos fragmentos de la colección primavera / verano de la casa Pal Zileri. Y no me vengan con que el clima acá nos llega a contramano, porque el espíritu de un auténtico bon vivant no conoce de las inclemencias del tiempo.

Con lluvia, nieve o un tornado, el corazón siempre amerita un blazer impecablemente entallado, una corbata bien anudada y la sonrisa brillante, a la espera de que nuestra Sofía Loren aparezca dispuesta a dar un paseo sin tiempo.